Mi vecina




(Colaboracion de Pablo)


Hace cosa así como un año por razones de trabajo  me vine vivir a Valladolid un piso por el centro, es el típico piso antiguo donde las ventanas no cierran bien y los suelos crujen.



Mis vecinos mas interesantes son una parejita de recién casados que viven en el piso de al lado que de vez en cuando me deleitan con el rítmico compás de su cabecero golpeando mi pared que a su vez entrelazan con algún que otro gemido, lo que lejos de molestarme, mas bien me excita, sobretodo una vez que ya les he podido poner cara, pero no es de ellos de quien os voy a hablar.



Hace unos meses postrado en la ventana de mi salón echándome un cigarro, observe mientras cotilleaba la hilera de ventanas del edificio de al lado al que da mi patio como se movía entre las cristaleras de lo que creo son las ventanas de la zona de ducha una silueta bien contorneada de lo que parecía ser una mujer duchándose, echo este que reclamo de inmediato toda mi atención, dejando mi mirada fija en ella, intentando imaginar todo lo que aquella difusa silueta no me mostraba, al rato la luz del baño se apago y vi como dos ventanas mas a la derecha se encendía otra de lo que parecía ser una habitación, al rato apareció ella, mi lejana vecina que iba a dejarme ver como se secaba y se bestia allí delante.



Ella entro en el cuarto y se quito la toalla, y desnuda se poso a buscar en un armario algo de ropa, al poco se  puso unas braguitas, no muy sexis todo hay que decirlo, y empezó a untarse crema por todo el cuerpo mientras se miraba en el espejo.



Yo que ya no sabía ni donde tenía el cigarro, lo que si que sabía es que en aquel momento tenía ya la polla como una botella de cola de dos litros y apunto de estallarme.



Automáticamente mi mano bajo a mi entrepierna y sujetando dentro de ella la punta de mi polla por encima incluso del pantalón empezó a ejercerle pequeños achuchones que la presionaban y me hacían sentir un agradable placer inmediato, no estaba meneándomela y masturbándome tal y como se entiende habitualmente, simplemente me ejercía pequeñas presiones, pero el resultado fue el mismo, el éxtasis me llego al poco rato de la maniobra, un escalofrió me recorrió todo el cuerpo dejándome sin fuerzas mientras notaba el húmedo fluir de mi semen empapándome la ropa, fue un placer como pocos mas he sentido y todo gracias a ella, mi lejana vecina de enfrente.



Actualmente suelo mirar siempre su ventana cuando me asomo, pero aunque se la ve de vez en cuando a través de ella no ha vuelto a repetirse un episodio igual.



 

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